sábado, 30 de agosto de 2008

SOLEMNE BEATIFICACION DE LOS MARTIRES DEL JAPON


SOLEMNE BEATIFICACION DE LOS MARTIRES DEL JAPON.

El 7 de julio de 1867, Domingo IV después de Pentecostés tuvo lugar la Solemne Beatificación de 206 Mártires del Japón, entre los que se encuentra nuestro paisano acapulqueño Fray Bartolomé Días-Laurel.
La crónica de aquél día relata: “Para cumplir la solemne ceremonia, los Cardenales que componen la Sacra Congregación de los Ritos –congregación hoy desaparecida y que dio lugar a la Congregación para las Causas de los Santos-; los Prelados y los Consultores pertenecientes a la misma Congregación, así como el capítulo y el clero de la Patriarcal Basílica de San Pedro en Roma, se reunieron hacia las diez horas de la mañana en el presbiterio.
Monseñor Bartolini, Secretario General de la Congregación de los Ritos, así como los superiores generales de las ordenes religiosas a las que pertenecían los beatos (Dominicos, agustinos, jesuitas y franciscanos), habiendo obtenido el asentimiento del Cardenal Patrizi, Prefecto de la Congregación y del Cardenal Mattei, Obispo de Ostia y Velleri, Decano del Sacro Colegio, y Archipreste de la Basílica, dieron lectura a la Bula de Beatificación Martyrum rigata sanguine, proclamada por el Papa Pío IX el 7 de mayo de 1867.
El Te Deum fue enseguida cantado, y en el momento de ser entonado, resonaron las campanas y detonaciones de morteros, y fue descubierto por encima del altar, entre los esplendores de fulgurantes rayos, en medio de luces y colores de una espléndida luminaria, las imágenes de los Beatos Mártires; simultáneamente, el estandarte donde eran representados, en la grande logia situada sobre la fachada, propiamente a la entrada principal de la Basílica, fue descubierto.
A esta ceremonia sacra siguió la celebración de una solemne Misa, que fue pontificada por Monseñor Puecher-Passavalli, de la Orden de los Capuchinos, Arzobispo de Iconium, Vicario de la basílica. Esta Misa fue acompañada de una excelente música a dos coros, dirigida por el caballero Salvatore Meluzzi, Maestro de la Capilla Julia.
Hacia las seis horas de la tarde, Su Santidad -el hoy también beatificado- Pio IX, acompañado de los Cardenales y de su Noble Antecámara, ingresó procesionalmente a la Basílica vaticana. Entonces adoró al Santísimo Sacramento, y se acercó al presbiterio para venerar a los nuevos Beatos. Entonces los Padres superiores generales de las Ordenes y los Padres postuladores de la Causa ofrecieron a Su Santidad los dones ordinarios de las Reliquias, de las Vidas, de las Imágenes de los Beatificados y un arreglo de flores.
Después que Su Santidad salió del sacro templo se cantaron solemnemente las Vísperas, por los asistentes, el Capítulo y el clero de la basílica.
El pueblo que acudió a visitar a los nuevos Beatos fue tan numeroso durante todo el día, e incluso hasta bien entrada la mañana que le siguió.
La decoración de la Basílica Vaticana, que incluyó el coro y comenzó por los pilares de la cúpula, giraba por todo el presbiterio, era el mismo que se admiró para la Canonización de los protomártires del Japón -entre los cuales se encuentra San Felipe de Jesús-; fue realizada por el arquitecto, caballero Fontana, quien fue el autor, y quien introdujo las modificaciones exigidas para la circunstancia. Los estandartes que representan los milagros de los santos, fueron substituidos por las representaciones de los milagros y los prodigios de los Beatos; en la cornisa sur que es puesta en el límite del coro fue cambiada por una pintura en forma circular, donde se apreciaban las gloriosas imágenes de los Beatos, bajo de esto fue levantado el altar donde se puso el cuadro representando el martirio de San Pedro.
Tales fueron las solemnidades celebradas para honrar la glorificación de los Siervos de Dios.... Por la tarde, las fachadas de las Iglesias de las ordenes religiosas a las cuales pertenecieron los Beatos, brillaron de copiosas luminarias.
(Tomado de: Annales Franciscaines III (1865 - 1867), pp. 752 - 753. También en: La Civiltà Cattolica XI (1867), pp. 249 – 250).
Ya en el mismo Breve de Beatificación, el Sumo Pontífice concede que de estos Mártires se recite cada año en el día de determinarse el Oficio y la Misa del Común de muchos Mártires. Se procede, posteriormente, a la Concesión de Oficio y Misa para los Beatos Alfonso Navarrete y 205 compañeros Mártires –entre los cuales nuestro Bartolomé Días-Laurel-, a solicitud del R. P. Alexandro Vicentio Jandel, Maestro General de la Orden de Predicadores, quien propone un esquema de las Oraciones para la Misa Solemne y las Lecciones para el Oficio. La Memoria litúrgica se instituye el 10 de septiembre.

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